Estrés positivo


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Nuestro trabajo docente es una fuente de estrés constante por muchas razones. Si esto ocurriese puntualmente no supondría un gran problema, pero cuando se mantiene durante la mayor parte del curso, como en realidad está ocurriendo cada vez más frecuentemente, se crea una situación de estrés constante, infelicidad, síndrome de burnout o trabajador quemado, o aparecen situaciones clínicas serias como ansiedad y depresión.


El estrés positivo

A todos nos ha pasado alguna vez: tenemos una tarea pendiente que vamos aplazando porque nos falta tiempo y no es prioritaria; o nos faltan las ganas; o tal vez simplemente se nos ha olvidado… Entonces, la víspera del plazo límite, cuando ya no tenemos otra opción, nos sentamos, nos centramos y la sacamos adelante en menos tiempo del que habríamos pensado.

Lo mismo ocurre con nuestros estudiantes cuando les asignamos un tarea con un plazo de entrega alejado en el tiempo. A pesar de nuestras recomendaciones y seguimientos, no hacen nada hasta el último momento. Y al final no lo hacen tan mal…



¿Qué sucede en ambos casos?

👉​ El estrés nos hace ser más productivos porque ya no tenemos ninguna otra opción.

Este fenómeno tiene que ver con la Ley de Parkinson, que se aplica normalmente para explicar porque las tareas se expanden para ocupar todo el tiempo posible, favoreciendo la procrastinación. En este caso, el efecto es positivo, ya que la falta de tiempo material nos vuelve más eficientes. No hay otra opción.

La explicación psicológica tras este fenómeno es esta: Hay varios tipos de estrés, entre ellos un estrés positivo, que nos permite afrontar situaciones puntuales de forma satisfactoria. Con un ejemplo de nuestro ámbito, piensa en la corrección de un examen cuando faltan dos días para las evaluaciones del grupo. Debes corregirlo por necesidad. Y lo haces rápido y bien.

Estas situaciones de estrés generan una mayor concentración y atención y nos facilitan sacar adelante tareas complejas en menos tiempo.

Por supuesto, después de dedicar un par de artículos a hablar de la importancia de planificar y organizar el tiempo en bloques temáticos, no puede defender esta estrategia de «dejar la tarea para el último momento».

Sin embargo, no es un problema grave si puntualmente dejamos algunas de las tareas complejas para el último minuto confiando en que nuestra capacidad sabrá resolver la situación. Además, generalmente a todos nos ha ocurrido algo semejante en el pasado y sabemos que podremos gestionarlo.


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