La enfermedad de la reina
En el octavo año de su reinado, el Rey desarrolló los síntomas de una enfermedad que el Doctor Real no había tratado nunca ni tampoco había sabido encontrar en los libros de medicina que tenía: el Rey estaba irritable y tenía los ojos rojos, le dolía el cuello y la espalda y la cabeza, gritaba a sus lacayos y sirvientes (incluso a los nobles), padecía insomnio y había perdido el apetito. «Los apetitos», apuntó la Reina con aire de tristeza y ligerísimo mohín de frustración.